miércoles, 2 de abril de 2008

Suroeste Argentino (enero de 2006)

El viernes 13 de enero de 2006 partimos junto con mi amigo Bruno para el suroeste argentino. Viajamos con mi Chevrolet S10 4x2 cabina simple modelo 98. Partimos sin más que la ropa, algunas provisiones y algunos precarios elementos de camping. Solo teníamos asegurados el techo con la iglú a estrenar que compramos junto con un par de aislantes. Era nuestro primer viaje en carpa por más de 5 o 6 días y realmente no teníamos experiencia. Hernán nos dio algunas recomendaciones básicas que tratamos de cumplir, pero cuando algo puede salir mal, sale mal.
A las 18:00 hs pasé por el microcentro de Buenos Aires a buscar a Bruno que salía del laburo y partimos. Como él estaba cansado, manejé toda la ruta yo solo sin ningún tipo de escala que no fuera por combustible. Hicimos el recorrido por la ruta nacional 205, más adelante tomamos la famosa ruta del desierto y luego la 151 hasta Centenario, Neuquén. Ahí hicimos nuestra primera parada técnica alrededor de las 10:00 hs en la casa de mi tía Blanca. Almorzamos unas pastas en familia y partimos más o menos a las 16:00 hs para Bariloche. Más precisamente, a Colonia Suiza.
En la ruta 237, hicimos nuestra segunda parada antes de acampar. Era el anfiteatro. Este es un lugar natural que como su nombre lo dice, tiene forma de anfiteatro y aparentemente es un punto de parada para la primera foto de casi la mayoría de los viajeros.

Anfiteatro

Seguimos avanzando y por fin, llegamos al camping Goye, que queda al lado del arroyo Goye y que es atendido por… Goye! Los Goye son una familia numerosa que fundó la colonia cuando ahí no existía nada. Hoy, este muchacho de pelos largos que debe ser tátara nieto de aquel expedicionario fundador, no solo atiende el camping, sino que también es fabricante de la cerveza artesanal de la zona y es el bombero forestal. Párrafo aparte se merece su perro Bóxer que si mal no recuerdo se llama Tango. Un amigazo. Otro caso curioso era el cordobés de unos 18 años que había ido a Colonia Suiza en bicicleta y solo desde su casa!! También había unos uruguayos de esa misma edad con los que nos juntábamos por las noches para tomar unos tragos.

Nuestra humilde morada y la bicicleta de nuestro vecino en Colonia Suiza


Tras recorrer Colonia Suiza, no pudimos resistir a la tentación de probar el curanto, comida típica de la zona que realiza Víctor Goye, tío del flaco del camping.
El curanto se trata de prender fuego en un pozo, calentando rocas de la zona. Luego se retiran las brasas y se coloca la carne de todo tipo de animal y muchas verduras. Esto es tapado por hojas de nalca, planta del lugar; y finalmente todo es cubierto por bolsas arpilleras y tierra. Aproximadamente, tras pasar una hora se destapa y queda el manjar listo.

Colonia Suiza

Más de Colonia Suiza

Preparativos del curanto

El curanto a punto

Hablando de comidas, el primer contratiempo que tuvimos fue con el calentador que llevó Bruno. Primero estaba rota la base de la hornalla y no se podía poner la olla por el peso. Obviamente, como buenos campamentistas, la olla que llevamos fue la Essen de mi vieja que pesa 1 tonelada. Finalmente solucionamos el problema del equilibrio, pero ahora la garrafa comenzó a tener pérdidas y a prender fuego por las mismas. Un peligro. En fin, en menos de 5 minutos se perdió el gas y nos quedamos con un arroz a medio hacer y sin nada para cocinar. Terminamos comiendo Criollitas con pate. Ahora solo podíamos cocinar de manera primitiva: con leña y fuego natural. El problema era que la Essen se pondría negra y flor de problema al volver con mi vieja…
Cuando nos levantamos al otro día, salimos y recorrimos circuito chico, arroyo López, el Puente Romano, el hotel Llao Llao, la base del cerro Catedral, el cerro Otto y terminamos tomando mates en el Centro Cívico de Bariloche.

Arroyo López

Arroyo López otra vez

San Bernardo descansando en la base del cerro Catedral

Adrián (yo) en el cerro Otto

Con Bruno en el cerro Otto

Centro Cívico de Bariloche

Mates en el Centro Cívico


Al otro día fuimos al cerro Catedral y tras algunos tramos de aerosilla, ascendimos hasta la cumbre nevada. Bruno quiso sacarse una foto con un muñeco de nieve pero un hombre vino a querer cobrarle. El se enojó y sin que el cobrador se diera cuenta, le sacó la zanahoria que hacía las veces de nariz del muñeco y se la comió.
Una vez en el camping, nos dimos cuenta que una botella de litro y medio de aceite, la cual estaba abierta porque mi amigo había utilizado unas gotas para que no se le peguen los fideos, se había derramado en la caja de la camioneta donde estaban todas nuestras pertenencias, incluidas la ropa y abrigos. De más está aclarar que hacía mucho frío, más que nada de noche; y que al único que se le llenó toda la ropa, abrigo y zapatillas de aceite, fue a mí.

Nieve en el cerro Catedral

Bruno comiendo la zanahoria del muñeco de nieve en el cerro Catedral


Tras abandonar Colonia Suiza, nos dirigimos hacia Pampa Linda. Este lugar queda alojado en lo que sería la base del cerro Tronador. Primero fuimos a la cascada Los Alerces. Desayunamos unos mates con torta frita casera y volvimos cuesta abajo donde retomamos el camino hacia Pampa Linda. Para llegar es necesario hacerlo por la mañana, ya que el camino es de ripio, en subida y de una sola mano y por esto tiene horarios para el ascenso y para el descenso que controla gendarmería. Al llegar nos quedamos perplejos por tantos turistas, pero a las 16:00 hs, cuando se abrió el camino para la bajada, se fueron todos y solo quedamos nosotros junto con otras 3 o 4 carpas. En todo el lugar no hay luz eléctrica ni agua caliente ni señal de celular ni nada. Solo paz y las tronadas del cerro que cada vez que cae un deshielo de los glaciares, suena como un verdadero estruendo. Impresionante.

Mirador al Lago Mascardi camino a Pampa Linda

Bruno en el camping de Pampa Linda

Vista al cerro Tronador desde Pampa Linda


Al otro día partimos en la chata hasta el Ventisquero Negro. Este impresionante glaciar es de color negro y solo hay uno más en el mundo de estas características. Es que al avanzar el hielo, arrastra sedimentos de la tierra y queda de ese color. Al derretirse, tiñe al agua de un color te con leche que es característico de ese río.
Seguimos el ascenso y llegamos a la base del cerro Tronador. Un lugar muy lindo, lleno de cascadas y con el río contaminado, porque a un turista se le ocurrió tirar una pila que ya no le servía en el agua. Un verdadero pelotudo.
Volvimos a bajar a Pampa Linda y nos dirigimos a una cascada que queda a unos 45 minutos de caminata.

Ventisquero Negro

El por qué del Ventisquero Negro

Cascada en Pampa Linda

Otra vista al cerro Tronador desde Pampa Linda


Cuando se abrió el camino para bajar, nos fuimos más al sur. Llegamos al Bolsón y por fin compramos una cacerola de 5 pesos para poder poner al fuego. Si le llevaba la Essen negra a mi vieja, no entraba a mi casa. Cocinamos un corderito a la parrilla y nos fuimos a dormir.
Al otro día amanecieron todos los cerros que rodean al Bolsón nevados. Salimos a recorrer la ciudad y fuimos a la feria artesanal, donde comimos unos completos de milanesa con cerveza artesanal de la zona.
La mañana siguiente, partimos para el norte. Manejaba Bruno y yo dormía. El destino final era Villa la Angostura. En un momento Bruno me despierta porque estaba desorientado. Era la segunda vez que pasábamos por el hotel Llao Llao y no entendía nada. El tema fue que del Bolsón, en lugar de tomar a la derecha hacia Bariloche para continuar por la RN 40, dobló a la izquierda y se metió otra vez en el circuito chico y dimos vueltas en círculos. Casi lo mato. Por supuesto que perdió toda confianza que podía tenerle cuando manejaba él.
Llegamos a Villa la Angostura y acampamos. Carísimo el camping, porque nos cobraban por persona, por la carpa, por la camioneta, por la luz y por la canilla que teníamos en el sector!!! Y no exagero, lo digo literalmente.
Fuimos al puerto y embarcamos hacia el Bosque de Arrayanes. Pasamos navegando por Bahía Manzano donde las casas son increíbles. O por lo menos de lejos así se veían.
Llegamos al bosque y tras recorrerlo, llegamos a la famosa cabaña de Walt Disney, donde se inspiró para crear a Bambi. Por supuesto que todo el cuento es mentira y es puramente turístico. Igualmente el lugar es hermoso. Para la retirada, Bruno regresó caminando los, si mal no recuerdo, 24 km; y yo embarqué nuevamente.

Bruno y yo junto a la cabaña de Walt Disney en el Bosque de Arrayanes


Al llegar me fui solo al cerro Bayo. Subí en aerosilla hasta la cima, tomé unas fotos y volví. Me fui a caminar por el centro y más tarde para el camping. Bruno llegó tardísimo, se pegó un baño y salimos para unos bares por el centro junto con unos vecinos de unos 18 o 19 años que eran muy cómicos.

Vista desde arriba del cerro Bayo


Al otro día, partimos con Bruno y resaca para San Martín de los Andes recorriendo el Camino de los Siete Lagos. Este camino en su totalidad es hermosísimo por sus impresionantes paisajes. Imperdible.

Arroyo en el Camino de los Siete Lagos

Uno de los siete lagos, el Lago Escondido


Ya en San Martín de los Andes, recorrimos la ciudad, el cerro Chapelco y volvimos para el camping, donde nos tomó por sorpresa ver que la carpa estaba caída por la rotura de una varilla que tuvimos que reemplazar.
Ahí mismo, en la playa del camping que estaba junto al lago Lacar, Bruno hizo una jugada impresentable para hablar con dos chicas que estaban tomando mate. Ahí nos quedamos hasta la noche. Nos despedimos y partimos para el centro. Fuimos a un pub conocido y ahí estaban estas dos niñas. Solo resta aclarar que hoy, hasta el cierre de esta edición, Bruno sigue con Valeria…
Al otro día, mi amigo prefirió quedarse en el camping (como es eso que un pelo…???) mientras yo me iba a recorrer.
Partí con la chata para Hua Hum y la cascada de Chachín, recorriendo cada lugar del camino.

Algún lugar de Hua Hum


Al la tarde volví al camping y más tarde llego nuestro amigo Fisu junto con su compañero de viaje “el Oveja” que tanto nos hizo reír.
Ellos habían llevado su equipo de pesca para sacar truchas y nosotros los acompañamos. Estuvo muy bueno. Paramos en algunos lagos y ríos, pero pudimos pescar a un solo pez que por su tamaño era similar a mi dedo gordo. Lo devolví al río volvimos con las manos vacías.

Yo junto a Nemo, la pequeña trucha que saqué en todas las vacaciones


El miércoles 25 de enero, partimos junto a estos dos recién llegados para los lagos Huechulafquen y Paimún. Llegamos a Paimún y otra vez camping sin luz. El lugar es terriblemente tranquilo y sus paisajes son hermosos.
El camino para llegar a Paimún, ofrece vistas maravillosas del volcán Lanín con su pico nevado y su forma de cono perfecto. También vimos grandes cantidades de conejos, los cuales tentaron a Bruno para una guisada...

Vista al volcán Lanín camino a Paimún

Otra vista del Lanín

El Oveja, Adrián (yo), Bruno y Fisu con el lago Huechulafquen y el volcán Lanín de fondo


Tras pasar un día en este lugar, nos despedimos y mientras Fisu y el Oveja partían al sur, nosotros seguíamos para el norte. Nuestro destino era Villa Pehuenia.
Su nombre lo dan las grandes cantidades de pehuenes que hay en la zona. Queda en la margen norte del lago Aluminé y posee además el paso fronterizo Icalma, que cruzaríamos en enero de 2007 con Hernán. Pero esa es otra historia…
Acampamos, cocinamos y a dormir. Tras levantarnos y desayunar, nos dirigimos al volcán Batea Mahuida. Está fuera de actividad y al llegar al cráter del volcán, nos encontramos con que se ha formado una laguna. Muy lindos paisajes.

Crater del volcán Batea Mahuida


Volvimos y en nuestro retorno, nos metimos para Chile. El tema es que no hicimos ningún tipo de papel porque a los gendarmes les dijimos que solo íbamos para el Batea Mahuida. Cruzamos igual y llegamos un pequeño pueblo donde al cruzarnos con el primer carabinero que custodiaba la frontera, emprendimos la retirada antes de ir presos por ilegales.

Límite internacional Argentina-Chile, paso de Icalma


El sábado 28 de enero, retornamos para Buenos Aires y estando Bruno al volante, hicimos 528 km de más. Primero porque Bruno viendo los carteles que le indicaban que debía doblar hacia Buenos Aires, no dobló y no sabía por qué, parecía embobado. Segundo por un piquete en Plaza Huincul que nos desvió por una ruta de ripio. Tercero, porque en Bolívar, provincia de Buenos Aires, en lugar de seguir derecho por la RN 205, giró al sureste por la RN 226 y terminamos en Olavarría. Pasamos por Azul y tomamos la RN 3 hasta casa. Hoy me doy cuenta que no fue un error, porque me enteré más tarde que Valeria, esa chica que hoy es su novia y que conoció en este viaje en San Martín de los Andes, es oriunda de Azul. Casualidad…


Los integrantes del viaje somos:

Buno y Adrián (yo)

Y viajamos con:

Chevrolet S10 4x2 modelo 1998


Recomendaciones:

El viaje se puede hacer en cualquier tipo de vehículo y es altamente recomendable. Los paisajes y lugares que se ven son increibles e inolvidables. Nosotros, a pesar de ir en verano, por las noches pasamos bastante frío por no tener bolsas de dormir adecuadas para el clima. Todo se soluciona con alguna que otra frazada.
En esta época no tenía GPS y tampoco es muy necesario. Lo que si llevamos fue el Atlas de Rutas Firestone que es ya un clásico de mis viajes. A continuación dejo unos archivos para descargar, que son el mapa de rutas de Argentina en formato PDF y nuestra Hoja de Ruta: